-
Su carrera como abogado especializado en Derecho Procesal ha abarcado desde la arena política constituyente y la Dirección General de Justicia a la alta abogacía, ¿cuál considera que ha sido, hasta ahora, el mayor hito de su trayectoria profesional?
Durante los más de 30 años que he estado en el despacho de abogados Gómez-Acebo y Pombo, me dediqué sobre todo al derecho procesal, si bien antes en Granada fui abogado generalista. Los abogados nos dedicamos a defender los derechos e intereses de nuestros clientes, cosa que también hice en mi etapa política, aunque mi cliente fuera singular. Recuerdo que Felix Pons, gran parlamentario, también abogado, que fue presidente del Congreso me decía que nos estábamos equivocando pues no era bueno ser abogado de un solo cliente, sobre todo si te quedabas sin este. No sabría destacar ningún hito en mi carrera profesional, institucional o política, salvo el de ser abogado.
-
En el pasado, usted ha dicho que “la economía le ha ganado terreno al Derecho y a los valores”, ¿sigue manteniendo esta percepción?
Esa frase la aprendí del Ministro de Justicia Pio Cabanillas al observar que en materia legislativa, estrictamente jurídica, mandaba más el Ministerio de Economía que nosotros. Antes, y más ahora, todo se cuantifica, y los números ganan a los valores. Nuestro secreto profesional se está menoscabando por motivos fiscales, económicos, no por otros bienes jurídicos protegidos. Es significativo.
-
¿Cómo valora el impacto que la crisis económica, provocada por la pandemia, sobre el sector legal?
Hay quien dice que los abogados siempre ganamos, vayan las cosas bien o mal. No estoy de acuerdo. El sector de la abogacía lo ha pasado tan mal como cualquier otro. La abogacía camina junto a la vida, a la actividad humana, y si esta se para, la profesión sufre. Sin olvidar a los abogados de oficio, que continuaron desarrollando su trabajo en condiciones adversas con total dedicación y profesionalidad.
-
¿Considera que se va a producir una reconversión en el sector de la abogacía después de esta crisis?
Más que reconversión, lo que se va a producir es una mayor utilización de las técnicas y medios informáticos, favoreciendo el trabajo on line. Si bien tengo que añadir que no debe perderse la actividad y trabajo presencial, necesario para crear y fortalecer la relación de confianza abogado/cliente, así como para potenciar las relaciones humanas tan importantes en toda actividad liberal, como en cualquier colectivo, con independencia de su tamaño.
-
Recientemente ha sido nombrado vicepresidente de Mutualidad de la Abogacía, ¿qué supone para usted este nuevo cargo? ¿Se ha marcado alguna meta como vicepresidente de la entidad?
Supone una gran satisfacción. Siempre he estado presente, de una u otra forma, en la abogacía institucional, antes en el Colegio de Abogados de Madrid o su Consejo General, y ahora en la Mutualidad. Ser vicepresidente de una entidad tan importante, me honra. Mi meta no es otra que intentar hacer lo mejor posible lo que me encomiendan los Estatutos: colaborar y asistir al presidente, y sustituirlo cuando proceda.
-
¿Qué lecciones puede extraer del legado de su predecesor, Carlos Suárez González? ¿Qué legado espera dejar usted?
A Carlos Suarez lo conocí siendo Decano de Vizcaya y después hemos trabajado juntos en la Mutualidad. Era un gran abogado y fruto de su experiencia, sus intervenciones eran acertadas y constructivas. Quería a la Mutualidad.
Aspiro que mi legado sea dejar las cosas al menos también como me las encontré, gracias al buen trabajo de su Junta de Gobierno y al excelente equipo de profesionales que trabajan en ella.
-
¿Qué papel juegan los abogados en la Justicia y qué valor considera que Mutualidad de la Abogacía aporta a la profesión?
Para la Justicia, tan importantes son los jueces como los abogados. No existe justicia sin defensa. Es obvio.
La Mutualidad aporta a la abogacía un valor muy típico de nuestra profesión: la previsión. A ningún cliente le gusta perder un pleito, pero si lo pierde, lo entiende. Lo que no entenderá nunca el cliente es la sorpresa, que pase algo que no se lo haya previsto su abogado. Si somos previsores con nuestros clientes, también debemos serlo con nosotros mismos, y para eso está la Mutualidad.
-
En el mundo tan globalizado en el que vivimos, ¿la importancia de la especialización sigue siendo un aspecto clave para los abogados?
Pregunta difícil. La especialización se está imponiendo en un mundo tan complejo como el nuestro, con una legislación cada vez más técnica y un sector de negocio cada vez más singular.
Consecuentemente el cliente pide un abogado especializado en la materia.
Pero tan abogado es el que ejerce en Madrid, como quien lo hace en una capital de provincia o en un pequeño pueblo alejado de esta, donde no es necesaria la especialización y puede asesorar en distintas materias; y me consta que hay grandes abogados que lo hacen y muy bien.